Oviedo, 17 de marzo de 1918. Participó en la Guerra Civil con los sublevados, con la graduación de Alférez Provisional, destinado en la 2ª Bandera de Asturias. En el asalto al santuario de Nuestra Señora del Collell (Gerona) fue ascendido a teniente. Con posterioridad actuando de teniente del Cuerpo Jurídico de Intervención del Ejército de Tierra, estuvo destinado en Asturias. Se licenció en Derecho en 1941. Fue jefe de estudios de la Academia de Intervención Militar, interventor de la Casa Militar del general Franco y jefe de los Servicios de Intervención de la I Región MilitarDesempeñó diversas funciones, durante cerca de 20 años, la secretaría militar de seis ministros del Ejército, hasta su ascenso a teniente coronel. Uno de sus destino fue el Cuartel General del Ejército de Tierra, en la Dirección General de Industria y Material, como interventor, pero su suerte cambió a inicios de 1957, al ser requerido por el Ministro del Ejército, general Barroso, para una explicación. Le llamó la atención poderosamente y tuvo que alternar las dos actividades. Fue el inicio de su trayectoria ascendente. Durante el Proceso de Burgos, de diciembre de 1970, ocupaba la secretaría militar del Ministro del Ejército. Mantuvo muna opinión en contra de las penas de muerte dictaminadas en dicho juicio político. En el último Gobierno de Carlos Arias Navarro, Torcuato Fernández Miranda consiguió que Alfonso Osorio le nombrara subsecretario del Ministerio de la Presidencia. La relación con Osorio vino por la presentación de ambos a través del general Alfonso Armada. Hay quién intuyó la mano del monarca en la designación. Con la llegada al poder de Adolfo Suárez, fue nombrado subsecretario de Información y Turismo, y por lo tanto, el encargado de la tarea de explicar a los ciudadanos españoles lo que trataba de hacer el Ejecutivo. Entre Adolfo Suárez y Juan Carlos, debido a los buenos informes facilitados por el general Castañón, esperaron el momento adecuado de acercarlo a la Zarzuela. Tras la aprobación de un decreto en el que se regulaba el ejercicio de actividades políticas y sindicales por los miembros de las FAS, dimitió de su cargo de subsecretario del Ministerio de Información y Turismo, ya que entendió que no era necesario plazo alguno. Fue destinado en vacante específicamente militar en la Intervención General del Ejército, en febrero de 1977, permaneciendo en funciones de subsecretario hasta su relevo en junio de 1977. Fue designado como secretario general de la Casa del Rey, en sustitución del general Armada, desde el 31 de octubre de 1977 hasta el 22 de enero de 1990 y jefe de la Casa del Rey, en sustitución de Nicolás de Cotoner, desde 1990 hasta el 8 de enero de 1993. Era silencioso pero eficaz. Fue considerado como la discreción hecha persona. Uno de los hechos más conflictivos que vivió fue durante los sucesos de la tarde del 23-F. Era el secretario de la Casa Real y con su actitud impidió la llegada del general Armada a la Zarzuela. Fue el autor de una de las frases más célebres de la Transición, que sirvió para despejar una duda capital de algunos generales en la tarde del 23-F: “No está ni se le espera”. Es lo que le dijo al general Juste, jefe de la División Brunete, y se refería al general Armada, cuando éste intentaba llegar a la Zarzuela, mientras un grupo de guardias civiles mantenía secuestrado al Gobierno y a los parlamentarios. Fue el encargado de dar la orden tajante a Armada de que no se acercase a la Zarzuela. Estuvo con el Rey en las horas más difíciles. Su papel durante aquellas horas se considera decisiva, ya que pudo contactar con muchos altos mandos militares. Siempre estuvo en un discreto segundo plano. En 1992 se le otorgó el título de Conde de Latores (lugar asturiano del origen paterno), con Grandeza de España. El 8 de enero de 1993 el Consejo de Ministros formalizó su cese. Detrás había la sombra e influencia de Pedro J. Ramírez y Mario Conde. Fue sustituido por Fernando Almansa. El Monarca lo nombró consejero privado. El Consejo de Ministros le nombró Teniente General con caracter honorífico. En junio de 1995 salió publicado un libro biográfico titulado “Sabino Fernández Campo. La sombra del Rey”, donde se relataban sus vivencias junto al monarca. Juan Carlos I ha manifestado ser un hombre de suerte al tener a Sabino Fernández Campo a su lado, como hombre adecuado. Falleció en la Clínica Rúber, de Madrid, a consecuencia de las complicaciones de una neumonía, el 26 de octubre de 2009. Sus restos reposan en Oviedo. Con su fallecimiento desapareció uno de los hombres que mejor supo guardar los secretos.
jueves, 26 de noviembre de 2009
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Molt bon blog.
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