Madrid, 19 de marzo de 1918, en el seno de una familia de tradición militar. Su padre era originario de Santoña (Cantabria). Ingresó como cadete el 1 de octubre de 1934. Participó en la Guerra Civil, en los frentes de Levante, Ebro, Cataluña y Toledo. En 1937 obtuvo la graduación de Alférez. Terminó el conflicto bélico con la graduación de teniente de Regulares. Tras la guerra ingresó en la Academia de Infantería de Toledo, en su primera promoción. Con posterioridad se diplomó en Estado Mayor. Entre sus destinos hay que destacar el mando en un regimiento de Granada, las agregadurías militares en las Embajadas españolas de Roma y Atenas. Formó parte de la secretaría del ministro del Ejército Pablo Martín Alonso, gabinete en el que coincidió con Alfonso Armada y Sabino Fernández Campo. Con posterioridad fue designado gobernador militar de Pontevedra y Huelva. Entre 1978 a 1980 fue nombrado gobernador militar de Asturias. Fue nombrado jefe de la División Acorazada “Brunete nº 1”, la más poderosa del Ejército de Tierra y pieza clave en Madrid. En la tarde del 23 F, estaba de maniobras y se vio obligado a regresar a Madrid. Al entrar en su despacho de la División Acorazada se encontró al general Torres Rojas sentado en su despacho, rodeado de otros mandos, todos implicados en la intentona golpista. Recibió la orden de Quintana Laccaci, Capitán General de Madrid, en las primeras horas del 23-F, de mantener acuarteladas las tropas. Su actuación durante las primeras horas de los sucesos del 23 F fue uno de los principales obstáculos que los golpistas se encontraron aquella tarde para que las unidades militares tomasen los puntos neurálgicos de la capital. Desde el teléfono de la División, a las 19 horas, llamó a Sabino Fernández a la Zarzuela, para preguntarle hasta qué punto era cierto que Armada estaba dirigiendo el golpe desde la residencia oficial del monarca, tal y como le habían relatado minutos antes mandos golpistas reunidos en el cuartel bajo su mando, y dispuestos a sacar las tropas por las calles de Madrid. Fernández Campo le respondió con la famosa y tajante frase: “No, no está ni se le espera”. Tras escuchar estas palabras, no dudó en frenar en seco cualquier acción de la que pudiera interpretarse como que la “Brunete” se había sumado al golpe, que sólo era un hecho triunfante en las calles de Valencia y en el interior del Congreso de los Diputados. Cuando el monarca recibió a quienes habían frustrado el golpe se despidió de Juste con un “Gracias, Pepe”. Fue relevado de la jefatura de la “Brunete” en mayo de 1981. Tras ocupar la Jefatura del EM Conjunto hispano-estadounidense durante unos meses, en enero de 1982 pasó a la Reserva, a petición propia, desvinculándose del mando, sin alcanzar el grado de Teniente General. Su decisión se consideró motivada por la actitud del Gobierno de Calvo-Sotelo de aplazar su ascenso, circunstancia que nunca se produjo. El aplazamiento estuvo relacionado con la confusión de su actuación durante el 23-F. Falleció en el Hospital Central de Defensa “Gómez Ulla”, de Madrid el 15 de enero de 2010.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
El fue la pieza clave para que el golpe del 23F no triunfara en sus primeras horas, cuando todo el mundo lo daba por hecho, con sólo oir música militar por la radio. Los españoles siempre estaremos en deuda con él, porque no hay que olvidar que las decisiones que tomó fueron en un ambiente muy proclive al golpe, con personas que no tenían el menor escrúpulo. La ceguera del gobierno de Calvo Sotelo en negarle el ascenso a teniente general es una autèntica vergüenza, como tantas que tiene nuestro país, hacia la persona que posibilitó, con grave riesgo de su vida, que este gobierno fuera una realidad.
ResponderEliminarMuchas personas debamos tal vez la vida a este hombre, discreto pero valiente y sereno y aunque nuestra reciente historia no le haya hecho justicia, su condición de verdadero héroe de la patria no se la puede quitar nadie.
Él vivirá para siempre en el corazón de muchas personas que no tenemos medios de comunicación a nuestro servicio, ni forma de hacernos oir y aunque no hayamos tenido la suerte de conocerlo, siempre tendremos presente el abrazo que le dió SM el Rey después de golpe, con las palabras unas breves, pero elocuentes: "Gracias Pepe".
Jorge